Todos conocemos la famosa frase de «divide y vencerás».
Hay una variante que es: «¿quieres matar la misión de una persona? Dale dos.»
En otras palabras, la mejor forma de impedir que una persona lleve a cabo su cometido, es darle más de uno, para que no se centre en el objetivo original.
Cuando Jesús terminó su misión en la Tierra y estaba a punto de partir, dejó UNA misión a la Iglesia: «Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28:19-20)
Durante mucho tiempo, los hijos de Dios lo han estado haciendo con denuedo, a costa de sus vidas, haciendo de ello su meta.
Aunque el enemigo siempre ha combatido para que la Iglesia de Cristo no alcanzara la meta, a partir de los años 60, en Lausanna, Suiza, se lanzó un movimiento, liderado entre otros por Billy Graham, que abrió las puertas a una invasión de falsos ministros y metas paralelas. Esas metas paralelas, ajenas a la Palabra de Dios, han conseguido engañar a muchos y causar estragos terribles tanto entre el pueblo de Dios, como en los que deberían haberlo conocido.
Este tema es muy extenso y profundo para tratar en un artículo. Pero quiero llamar la atención y enfocar en lo de tener más de una misión.
Todos conocemos a individuos que han enseñado al pueblo de Dios a practicar la brujería. Según sus falsas enseñanzas, se trataba de llevar a cabo «batallas espirituales» para «abrir los cielos», para que la gente se convirtiera a Cristo.
Aunque la Biblia dice que la fe viene por oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17) y que la gente se convertiría por la predicación de las buenas nuevas (Marcos 16:16), allá que se lanzó el pueblo a llenar de aceite, sal, decretos y declaraciones, etc., a ciudades, montes, estatuas, etc.
Todos conocemos a individuos que han enseñado al pueblo de Dios a practicar la brujería.
Se invirtieron cantidades indecentes para dar «ofrendas de amor» a «expertos» en «batalla espiritual de nivel estratégico apostólico profético», a fin de que enseñara a la gente a «batallar» y conquistar naciones para Cristo. Fue una enorme «venta de humo», que hizo millonarios a muchos falsos ministros.
Se despilfarró una gran cantidad de tiempo y dinero en viajes de prospección, de oración, de… ¿quién no cayó en esa trampa? Pocos.
¿Cuál fue el resultado? Se abandonó la predicación del Evangelio y se cambió la orden que el Señor Jesús había dado, por la práctica de la brujería.
Otro engendro para distraer a la Iglesia de su misión, fueron las «escuelas de profetas», que iban a enseñar a la gente a profetizar para «alcanzar las naciones para Cristo».
Lo profético es bastante sencillo: si el Espíritu Santo te revela algo para transmitir al pueblo, ahí tienes una profecía. Si no lo hace, no tienes nada.
Aun así, se inventó una enorme parafernalia en torno a la profecía, llevando a la gente a sentarse frente a otros y profetizar, forzando «profetadas», que no eran revelación del Espíritu Santo, sino meros esfuerzos mentales del «alumno/adepto» de la tal escuela por no desentonar y no desobedecer al «profeta» que lideraba la «escuela».
…si el Espíritu Santo te revela algo para transmitir al pueblo, ahí tienes una profecía. Si no lo hace, no tienes nada.
En realidad, cuando no hay revelación del Espíritu Santo, se entra en el campo de los adivinos/brujos de toda la vida. Se trata de una persona lanzando «maleficios» o «beneficios» sobre otra, pero sin fundamento Bíblico ni revelación del Espíritu Santo.
De ahí también surgió todo un movimiento de declarar y decretar sobre naciones y gobiernos, supuestamente para que viniera un avivamiento.
Pero…. espera un momento, si hiciéramos lo que mandó Jesús: sanar enfermos, expulsar demonios y resucitar muertos, ¿no habría colas ingentes de personas convirtiéndose a Cristo?
¿Qué frutos han tenido tantas «profecías, declaraciones y decretos» de «profetas o apóstoles ungidos»?
- Como mínimo, se ha perdido una tremenda cantidad de tiempo y dinero, que deberían haber sido usados para predicar el Evangelio, que fue lo que el Señor de la Iglesia mandó hacer.
- Se ha traspasado la línea de la brujería. Sé de lo que hablo, porque estudié el paganismo para escribir el libro «El Secuestro de una Península» y vi cómo el pueblo de Dios estaba practicando lo mismo que el paganismo babilónico.
- Se ha dado un terrible testimonio al mundo de algo que se dice ser Evangelio, pero, como dice Pablo, es «otro» evangelio. (2 Corintios 11:4 y Gálatas 1:8)
- Se ha dejado sin hacer lo que el Señor nos mandó hacer, a cambio de hacer lo que la Biblia llama «obras muertas». Mientras se ha perdido el tiempo y recursos de predicar para ir a practicar brujería, los que tenían que oír el Evangelio, se han estado ahondando en múltiples pecados que han destruido más sus vidas. A saber cuántos se habrán suicidado sin que nadie les predicara, porque el pueblo que se dice «de Dios» ha estado ocupado siguiendo a alguno de esos «chamanes apostólico-proféticos».
Como dije, este tema es demasiado amplio para profundizar en un artículo como este, pero quiero terminar con la consideración que me parece más terrible, si cabe, que las que he mencionado antes:
Toda esta barbaridad se ha hecho usando el Nombre Santo del Señor Jesús, sin discernir la gravedad de ello. En Éxodo 20:6, vemos que dice el Señor: «No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.»
A los hijos de Dios se nos ha dado el inmenso privilegio de poder usar el Nombre Santo de Cristo para sujetar demonios, sanar enfermos y, lo más importante, llevar nuestras peticiones al Padre.
Deberíamos ser temerosos de usar Su Nombre para cualquier cosa que se nos ocurra, máxime si es para practicar brujería o engañar al pueblo.
Por lo tanto, analicemos, como hijos de Dios, en qué estamos empleando nuestro tiempo y recursos. Jesús nos mandó ir y predicar el evangelio a TODA criatura, para que todo el que crea, sea salvo. Si estamos haciendo algo distinto a eso, hemos entrado en terreno muy peligroso.
«Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.» (Romanos 10:13-17)
Desde aquí, un llamado especial a los líderes de congregaciones: reconsiderad si habéis estado abrazando otras misiones, basadas en doctrinas de «famosos» del evangelio y reflexionad si habéis descuidado lo de «Id…»
Dios no respalda obras que no ha mandado hacer.
En el texto de Romanos hay una frase especialmente importante para los líderes de las congregaciones: «¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?»
¿Estás enseñando a la congregación a centrarse en «Id…»? Si no, y sientes que Dios no respalda lo que haces, ahí puede estar la explicación para ello.