«Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.
«Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.» (Mateo 24:9-13)
El texto de Mateo 24 y 25 es uno de los más actuales hoy día y todos que nos confesamos hijos de Dios, deberíamos tenerlo presente en cada momento de nuestra vida.
Ese pasaje nos cuenta las señales que dio el Señor Jesús a los discípulos, cuando le preguntaron cuándo sería el fin de los tiempos y Su venida.
Si nos fijamos en lo que está pasando, considero que estamos justo en este punto, en el que están ocurriendo dos cosas importantes:
- El mundo aborrece y persigue al que se confiesa seguidor de Cristo, matando a muchos. Probablemente incluso esto no haya hecho más que empezar.
- Muchos están tropezando, entregándose unos a otros y aborreciéndose.
Luego el texto vuelve a alertar sobre los falsos ministros que, con su maldad, harán enfriar el amor de muchos, hecho que dará paso al anticristo.
Tristemente, hemos visto estos días un espectáculo bochornoso y rastrero en las redes sociales, que refleja bien lo de que muchos se aborrecerán y entregarán.
El punto de partida de este ejemplo es un hombre soltero, boliviano, muy conocido en las redes sociales, que se decantaba por la línea judío-mesiánica. Al parecer, según un vídeo que él mismo parece haber publicado, era presa de una adicción al sexo ilícito estimulado en medios electrónicos.
Pero no quiero centrarme en esa persona ni en el supuesto pecado, sino en la forma en la que se han portado en la red social frente a este hecho personas que se dicen cristianas, defensoras de la sana doctrina, cazadores de «apóstatas», etc…
Hay que saber distinguir entre qué es un apóstata, un mercader de la fe o falso ministro y una persona que ha caído en pecado.
El primero es una persona que, por el motivo que sea, niega a Cristo y se aparta de su fe. En este ámbito se ve mucha ignorancia, calificando como apóstatas a los mercaderes de la fe.
Los mercaderes de la fe son aquellos que son falsos ministros y que utilizan el Reino de Dios para manipular la fe de las personas a fin de obtener sus fines, ya sean económicos, sexuales, de poder, etc.
Entre los que dicen defender la sana doctrina, lo que se ve es que una gran parte, aunque no todos, no tienen ni idea de en qué consiste «defender» y menos «sana doctrina». Por «defender la sana doctrina» entienden «tirar piedras a diestra y siniestra según sus peculiares criterios, que no tienen nada que ver con la Biblia.
Volviendo al caso de esa persona, la mayor parte de la gente ha manifestado una crueldad impresionante hacia él en las redes sociales.
Eso nos muestra algunas cosas importantes:
- No saben distinguir entre un falso maestro y una persona que ha pecado aunque haya una enorme diferencia entre ambos casos.
- Juzgan, sin importarles los criterios Bíblicos. Condenan y ejecutan sentencia, sin considerar que solamente Dios tiene potestad para hacerlo. Es decir, se ponen en el lugar de Dios.
- Ignoran totalmente que Jesús vino a restaurar al hombre caído y no a hundirlo en sus miserias.
La pregunta entonces es: ¿Quién peca más?
Pienso que el que tira piedras, sin considerar esos tres puntos, en el aspecto más suave, está siendo imprudente al juzgar injusta e indebidamente. Esa imprudencia tiene una base que es muy, muy peligrosa: se apoya en un orgullo que caracterizaba, por ejemplo, al fariseo de la parábola y las consecuencias para esas personas son terribles.
«A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
«El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.» (Lucas 18:9-14)
Además, esas personas, desde lo alto de su justicia propia muestran sus frutos claramente:
- Suelen ser personas que están amargadas por falta de perdón en cuanto a experiencias pasadas que no supieron solucionar Bíblicamente.
- Si miramos su perfil en la rede social, veremos que no aportan nada edificante. Se dedican a difundir chismes como si fueran «denuncias» y defensa de la «sana doctrina».
- No son capaces de argumentar sobre ideas y contra-argumentar con fundamento Bíblico, sino que usan de insultos «cristianos», como «apóstata», «hijo del diablo» y cosas por el estilo.
- Etiquetan a las personas con una impresionante ligereza y se agarran a ello sin oír ningún argumento de parte de sus víctimas.
- Son personas que no son capaces de compartir un pensamiento inspirado por la Biblia ni un testimonio de algo que exalte al Señor.
- Tampoco se encuentra en su perfil nada que aliente la fe de los demás, ni nada que edifique o sirva de enseñanza.
Esas personas tan «justas» y «celosas» están haciendo un enorme daño al testimonio de la Iglesia de Cristo. Se dicen cristianos, pero no obedecen a Jesús, que es lo que debe hacer un verdadero discípulo: «si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes.» (Mateo 12:7)
La característica fundamental de las cinco vírgenes que se van con el Señor, es la PRUDENCIA. A las otras cinco, la Biblia las llama INSENSATAS.
En Tito 2, Pablo nos habla justamente de lo que es acorde con la sana doctrina. Entre varios atributos, está la prudencia que recomienda tener a hombres, mujeres y jóvenes.
Es decir, los verdaderos defensores de la sana doctrina y los que manifiestan las características de las vírgenes que suben con el Señor, son PRUDENTES.
Invito, pues, a manifestar prudencia a todo el que se dice hijo de Dios y, en especial, cuando se manifiesta en redes sociales y medios públicos, máxime cuando la Palabra dice que estamos rodeados de una gran nube de testigos (Hebreos 12:1).