A muchas personas les gustaría ser libres para no pecar, porque el pecado pesa sobre sus conciencias y destruye sus vidas. La sociedad en la que vivimos ha sido plagada con falsas doctrinas e imágenes que intentan confundir a las personas sobre las enseñanzas Bíblicas.
Sabemos que Jesús dijo que satanás es mentiroso y padre de la mentira y desde el Edén mezcla verdades con mentiras, a fin de llevar al ser humano a pecar y atraer sobre sí destrucción, ya que él no puede destruirnos directamente.
Desde hace 1600 años, satanás cuenta con una religión que, enmascarada de «cristianismo», da al mundo una imagen tergiversada y retorcida del carácter de Dios y de Sus principios expresados en la Palabra.
Veamos algunos ejemplos:
A millones y millones de niños se les ha inculcado desde pequeños que existen pecados veniales (sin importancia) y pecados mortales (muy graves). Aunque ese niño luego se haya convertido, entregando su vida a Cristo, muchas veces esa idea ha permanecido en el fondo del pensamiento.
En principio eso no parece grave, pero en la práctica causa estragos considerables en la vida de una persona. Por ejemplo, se piensa que pequeñas mentiras, mentiras piadosas o «mentirijillas» no representan un problema.
Pero Jesús dice de satanás que es «mentiroso, y padre de mentira» (Juan 8:44).
Por eso, cuando alguien miente, actúa totalmente en el espíritu satánico y no en el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad. (Juan 15:23 y 16:13).
Cualquier persona que se considere un verdadero hijo de Dios y que por lo tanto piense vivir en Su Espíritu, no puede mentir en ninguna circunstancia. Ningún tipo de mentira.
La Biblia dice que «el pecado es infracción de la ley» (1 Juan 3:4). TODA infracción de la Ley es pecado. No habla de categorías.
Dice la Palabra que «el alma que pecare, esa morirá». (Ezequiel 18:4)
Hay algo más a considerar sobre el pecado. La religión demanda obras humanas para acercarse a la divinidad y hay algo muy importante que se suele pasar por alto a raíz de esa influencia de la religión.
La religión siempre intenta anular el sacrificio de Cristo en la cruz o, en su defecto, hacer al ser humano creer que ese sacrificio valió, pero que el hombre siempre tiene que aportar algo de su propio esfuerzo. Se recomienda los tres audios abajo sobre religión.
Veamos con atención este tan conocido versículo: «Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él» (Juan 3:17)
Cuando Jesús dijo «Consumado es», estaba diciendo que TODO el precio por TODOS LOS PECADOS de TODA la humanidad había sido pagado.
Si Jesús vino a salvar al hombre y no a condenarlo, y TODOS los pecados fueron pagados y si creemos realmente a Jesús, entenderemos que TODOS nuestros pecados ya fueron pagados.
Entonces, ya que todos nuestros pecados fueron pagados, ¿hay «barra libre» para pecar?
Pablo explica este tema en detalle y con maestría en el capítulo 6 de Romanos. Destaquemos el versículo 11: «vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.»
Una persona que se ha arrepentido de verdad y ha entendido lo que le costó a Jesús pagar por nuestros pecados, jamás sentirá placer en el pecado, sino que lo aborrecerá; sentirá asco de lo que antes le atraía.
Cuando alguien entiende en su espíritu qué es el pecado y qué produce; cuando entiende qué significó lo que Cristo hizo por el hombre en la cruz, siente una profunda repelencia por el pecado.
Además, por amor al Cordero Santo de Dios, elige agradarlo en todo y abandonar totalmente cualquier práctica pecaminosa y, si por algo pecare, se sentirá como Pablo, quien dijo: «!Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» y «Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.» (Romanos 7:24 y 7:19)
Por lo tanto, un verdadero hijo de Dios, quien realmente se ha arrepentido y creído a Cristo, no está ya sujeto a la ley del pecado, sino que rechaza el pecado porque le es abominable como lo es al mismo Dios, que mora en esa nueva persona.
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» (2 Corintios 5:17)
Lo ideal es pues que pasemos página en cuanto a preocuparnos por si «se puede» o «no se puede» hacer algo porque sea pecado o no, sino que vivamos para honrar a Cristo en todo, guiados por el Espíritu de Dios, amando la obra del Cordero en la cruz y apartándonos de todo lo que nos pueda desviar de esa ruta.