Dice el autor de Hechos que a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. Es decir, un cristiano es un discípulo de Cristo. Pero… ¿cómo se define un discípulo?
En Juan 8:31, dice el mismo Señor Jesús: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos«.
Por lo tanto, para ser discípulo del Señor Jesús (un cristiano), es necesario permanecer en Su Palabra.
Es impresionante la cantidad de gente que hoy día se dice «cristiano», aunque no manifieste ni siquiera entender lo básico de lo que transmite la Palabra de Dios.
En Juan 13:35, dice el Señor Jesús: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.» Amar no es un sentimiento, sino una decisión de hacer por los demás lo que necesitan, aunque a nosotros nos cueste todo.
Hoy día hay personas que se dicen cristianas y discuten si hay que dar el diezmo o no, o si hay que ofrendar, cuánto, etc. Algunos esgrimen que «de gracia recibisteis, dad de gracia«. (Mateo 10:8) Otros recuerdan que «el obrero es digno de su salario» (Lucas 10:7 y 1 Timoteo 5:18)
No importa cuál sea tu postura al respecto, te animo a que sigas leyendo para poder formar tu opinión.
Lo que defino como el «más allá» del cristiano es que cuando una persona VERDADERAMENTE se ha convertido a Cristo, ha entendido algo de lo que Cristo hizo por nosotros, ama al Señor y Su Reino y no puede por menos que vivir en el «más allá».
Al margen del entendimiento que cada uno tenga del tema diezmo o no diezmo y ofrenda o no ofrenda, demos un paso más allá y pensemos:
- Si existe una congregación que se reúne regularmente para adorar a Dios, edificarse mutuamente y alcanzar a los que les rodean, habrá necesidad de tener un local habilitado con las necesidades básicas cubiertas (climatización, luz, agua, servicio de limpieza, etc.)
- Si hay una o más personas al frente de ese grupo de cristianos, que se dedica/n a velar por el bienestar espiritual de la gente (visitas a enfermos, ayuda en tiempos de crisis, consejería, oración, estudio de la Palabra, etc.)
- Si el grupo tiene proyectos en común que necesitan ser financiados (campaña evangelística, ayuda a necesitados, transporte para colectivos especiales, etc.)
Entonces el cristiano que es parte de ese grupo debe considerar:
- Amo el Reino de Dios y por lo tanto me parece importante aportar para estos fines?
- ¿Hacen esos líderes un buen trabajo y dedican todo su tiempo productivo a la congregación? Si lo hacen, entonces no se pueden dedicar a una actividad laboral para traer sustento a su familia.
- ¿Amo a ese líder o líderes y deseo para ellos una vida digna, como deseo tenerla yo?
- ¿Quiero sentirme cómodo cuando estoy en las reuniones?
Si las respuestas han sido «sí» a todas las preguntas, entonces no se trata de diezmar u ofrendar, sino de INVERTIR en algo que creo que es valioso para mí y para la ciudad que me rodea.
¿Te has parado a pensar alguna vez que Dios no necesita tu dinero?
¿Has pensado que Dios no esperó a que nacieras, estudiaras y trabajaras, para ofrendar para financiar Su obra?
¿Has pensado que la obra de la cruz no se financió con dinero y que no puedes pagar por ella?
Entonces, ¿por qué en la Biblia se nos enseña a dar?
Porque el dinero del que disponemos, por regla general, ha sido ganado a base de gastar nuestro tiempo de vida. Por lo general, por lo tanto, cuando invertimos en algo, estamos invirtiendo nuestra vida.
Para Dios no es importante el dinero que damos, sino cómo lo damos y en qué lo empleamos, puesto que con ello le estamos diciendo y demostrando a Dios qué es realmente importante para nosotros.
Así pues, una persona que verdaderamente se ha convertido a Cristo, ama Su Reino y la obra que hizo en la cruz, considera lo que da como una INVERSIÓN de su vida en eso que valora. Por ello, no se preocupa si se llama «diezmo», «ofrenda» o como se llame. El cristiano (discípulo de Cristo), tiene visión del Reino de Dios y entiende la magnitud de invertir en su expansión.
Es decir, el cristiano de verdad va «más allá» de consideraciones religiosas o legalistas e INVIERTE en el Reino de Dios, porque ha tenido revelación en su espíritu de qué fue lo que hizo el Señor Jesús en la cruz y para él, eso es mucho más valioso que el dinero que Dios le permite ganar por su trabajo.
El cristiano que es capaz de ir «más allá», ha entendido que si Cristo derramó Su vida por él, él puede INVERTIR la suya para mostrar a Cristo que valora Su sacrificio.
«Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.» (Juan 19:30)