El título de este artículo (Mercedes-Benz) hace referencia a una conocida canción interpretada por Janis Joplin, una famosa cantante Americana de los años 60. A Janis la encontraron muerta en una habitación de hotel – al parecer sufrió una sobredosis – en 1970, a los 27 años.
La canción a la que hacemos referencia pone el énfasis sobre cosas que Janis – u otra persona, quizás – deseaba o necesitaba, como una casa, un televisor en color (que en aquel entonces no era demasiado común), además de un Mercedes-Benz (sus amigos tenían Porsches – ¿?). ¿Lo habrá conseguido?
Todos somos como Janis en cierto sentido. En definitiva, hablamos de cosas que necesitamos o deseamos, tales como tener un empleo para conseguir la provisión para nuestras necesidades básicas, sin ignorar todas esas cosas que también queremos poseer.
En definitiva, hablamos de cosas que todos necesitamos o deseamos. Sin embargo, aquello que deseamos ¿es realmente lo que necesitamos?
Cuando necesitamos o deseamos algo, muchas veces le pedimos a Dios que haga con que lo consigamos y, en ocasiones, se lo pedimos de manera insistente. Tenemos la tendencia de actuar como si Dios fuese una máquina tragaperras, exigiendo una respuesta inmediata a nuestros deseos (incluso lo que pensamos que es parte de nuestras necesidades). Cuando no obtenemos lo que anhelamos, nos frustramos, nos irritamos y, a lo mejor, hasta nos enfadamos con el Señor.
Bien, hablemos de la provisión. Si tenemos nuestra confianza depositada en Dios, éste es el «esquema» que debemos tener en cuenta:
- La fuente de la provisión: Dios
- El canal de provisión: cualquier medio que Dios utilice para suplir nuestras necesidades. Por ejemplo un empleo (o más de uno); una ofrenda de alguien que, movido por el amor y guiado por el Espíritu Santo, nos proporciona lo que necesitamos; un milagro (esto no tiene descripción: ¡es un milagro!), etc.
- El vehículo para la provisión: tú mismo, tu esposo o esposa, los dos juntos, tu padre o madre, o los dos a la vez, etc.; todas o ninguna de esas cosas…
Como podemos ver, nosotros no tenemos por qué ser o tener todo lo anterior y, sin sombra de duda, no somos la fuente de nuestra provisión – aunque tengamos una empresa (el canal) y traigamos el sustento nosotros mismos (el vehículo).
Así que, reflexionemos:
Dios puede utilizar a un cuervo, a una viuda, o a quienquiera que sea (o a lo que sea) para hacernos llegar la provisión, como nos enseñó en el caso de Elías. A nosotros nos cabe confiar en Él para obtener la provisión necesaria.
Podemos pedirle a Dios un Mercedes-Benz y luego no tener dinero para la gasolina, el mantenimiento, el seguro; no podríamos utilizarlo. Igual sería mejor tener un coche pequeño, económico, que tenga un seguro barato, pero que sea capaz de llevarnos a los mismos sitios que lo haría un gran Mercedes-Benz.
Acerquémonos, pues, a Dios nuestro Señor, y… «…orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.» (Mateo 6:7-8)