Papeleo
Hace como 30 años, al hacer cola para tramitar unos papeles que necesitaba con urgencia, Caperucita se quejaba de lo lenta que andaba la fila. Cansada de esperar, se desahogó Caperucita: «Lo mejor sería que nos pusieran algo en la mano para tomar los datos de forma automática e inmediata».
¿Qué no daría Caperucita por que le implantaran un chip RFID (Radio Frequency Identification, o Identificación por Radiofrecuencia, por sus siglas en inglés), que contuviera toda la información necesaria para conseguir su documentación? No más colas, no más pérdida de tiempo, todo listo al instante. Esta vez, no…
Aeropuertos
Años después, va Caperucita y decide hacer un viaje al «otro lado del charco». En los aeropuertos hay cámaras de vigilancia por todas partes. Caperucita no puede hacer nada sin estar vigilada. Además, tiene que permitir que le saquen una foto digital al pasar por Inmigración. Esa foto se utilizará luego para comparar sus rasgos faciales para poder seguir su rastro, no sólo dentro del aeropuerto, sino dondequiera que vaya en el país en cuestión. Caperucita no le da ninguna importancia en ese momento. Se trata de medidas de seguridad, ¿verdad?
Smartphones
Como Caperucita ha querido estar a la última moda y, además, tener lo último en tecnología (que se ha desarrollado y mejorado mucho), decidió comprarse un Smartphone. ¡Qué maravilla!
Lo que no sabía Caperucita es que los Smartphones pueden «saber» dónde estás, qué tipo de comercios hay a tu alrededor, hacerte sugerencias de compras en la zona según tus gustos y/o intereses, avisar a tus amigos cuando llegarás a una reunión con ellos, y más.
Si te has perdido, el Smartphone puede incluso medir la altitud en la que te encuentras, con un margen de error de unos tres metros. También puede tomarte el pulso y medir tu tensión. ¿Ciencia ficción? Caperucita intuye que no. Si no te lo crees, echa un vistazo a las características de los modelos recién sacados al mercado. ¡Puede que te sorprendas! A Caperucita le empieza a molestar…
Coches Espía
Pasa el tiempo… No contenta con ir en transporte público de un lado a otro, Caperucita va y se compra un coche nuevo. ¡Qué moderno! Y ¡qué bonito es! Además, tiene un equipamiento que vale un montón de dinero.
Entre otras cosas, la puerta sólo se abre con la huella dactilar del conductor o persona autorizada. El coche lleva instalado un puerto – un canal de comunicación entre dos o más dispositivos, similar a un USB – habilitado en el vehículo (si tu coche no es nuevo como el de Caperucita, pero ha sido fabricado a partir del año 1996 – por lo menos en Estados Unidos – también lo lleva).
El dispositivo, conectado a Internet vía bluetooth y telefonía móvil, utiliza ese puerto de comunicación y puede realizar diagnósticos de averías, llevar a cabo tareas de localización del vehículo, almacenar los hábitos de conducción, etc. Todo eso sin que te des cuenta siquiera. Una maravilla, si te roban el coche, ya que la policía lo podrá localizar rápidamente y arrestar al ladrón. ¡Estupendo! Caperucita está contenta…
Caja Negra
Hay una cosa más que Caperucita desconoce: la Caja Negra para automóviles es un dispositivo similar a la de un avión, pero que se instala en un coche.
Ese aparato es capaz de almacenar una enorme cantidad de datos, tales como la velocidad del vehículo y su aceleración en un momento determinado, la presión ejercida por las manos del conductor sobre el volante o la de su pie durante un frenazo; detecta, además, si el conductor va borracho, graba imágenes del exterior e interior del vehículo, y muchas otras cosas.
La excusa perfecta para hacer que la gente acepte este tipo de aparatos es la seguridad y comodidad a la hora de, por ejemplo, reportar un accidente a la policía o compañía de seguros. Ese fue un argumento poderoso para que Caperucita aceptara que le instalaran la Caja Negra en su flamante coche nuevo.
En el Reino Unido, todos los coches fabricados a partir del año 2015 deberán llevar la Caja Negra de serie. Si el propietario decide que no quiere que se la instale en su vehículo (o que la desactiven), podrá hacerlo, pero la prima del seguro alcanzará valores prohibitivos. Caperucita pagará una prima mucho más asequible. ¡Genial!
Gran Hermano
Cuando no está conduciendo, a Caperucita le gusta leer. Un día, cayó en sus manos el libro 1984, de George Orwell, escrito allá por el año 1949 (1948, algunos abogan, ya que es justo lo que pasa al cambiar 48 por 84). El libro hace alusión a una sociedad futura, en la que el control es total. Echa un vistazo a este extracto del libro:
«La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente. Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que oído. Por supuesto, no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado. Lo único posible era figurarse la frecuencia y el plan que empleaba la
Policía del Pensamiento para controlar un hilo privado.»
Antes de pensar que Caperucita es una adepta de las teorías de la conspiración, tranquilo… no saques conclusiones antes de leer/escuchar lo que sigue.
Smart TV
Lo anterior puede parecer ciencia ficción. ¡Nada más lejos de la realidad! Lo que Orwell llamó «telepantalla», es muy parecido a lo que nosotros conocemos como Smart TV. ¿Fue George Orwell un visionario? A Caperucita le parece que no. A lo mejor, Orwell sabía muy bien lo que se traía entre manos. A Caperucita le ronda la sospecha de que George Orwell formaba parte de la gente que ha planificado todo esto. ¿Quién lo sabrá?
Como Caperucita es muy moderna, quiso comprarse un Smart TV. El Smart TV no funciona como un aparato de televisión convencional, sino que desempeña tareas similares a las de un ordenador, recogiendo datos del usuario y muchas cosas más: almacena imágenes captadas por la cámara incorporada y sonidos de la habitación en la que el aparato está instalado; distingue qué teclas del mando a distancia pulsa el usuario; almacena los hábitos de utilización del usuario, los canales preferidos, cuándo y cuántas veces ve una película o programa determinados, y un sin-fin de cosas que, en muchos casos, deberían quedarse en el entorno seguro de la intimidad de la persona que lo posee.
Se puede activar y desactivar la cámara del Smart TV, que ya viene de fábrica, de manera remota (tal y como se hace con un ordenador) sin que ni siquiera se encienda o apague el piloto indicador de encendido/reposo del aparato. El tele-espectador ni se da cuenta de ello.
Los datos que se acumulan son enviados a una persona, un grupo de personas, una empresa, un órgano del gobierno, un ladrón.. ¿cómo saberlo? Quienquiera que sea que esté al otro lado, tendrá muchísimo control y poder sobre Caperucita, ya que «la información es poder» y el poder permite el control.
Control
La Biblia nos advierte del control que se ejercerá sobre las personas al final de los tiempos. Todos sabemos que nadie podrá comprar ni vender sin la marca de la bestia.
«Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.» (Apocalipsis 13:16-17)
Caperucita ya se ha dado cuenta de que las señales del fin se están cumpliendo rápidamente, y que no habrá vuelta atrás.
Leyendo la Biblia, Caperucita empezó a discernir lo que pasa a su alrededor. Ahora, lo contempla todo con ojos críticos y tiene una visión más cristalina. Su marco de referencia se ha ensanchado y Caperucita reconoce mejor lo que pasa. A pesar de todo lo que está teniendo lugar en el mundo, Caperucita tiene paz, porque hace tiempo que ha entregado su vida a Jesús. Él es su Salvador, su Señor y Quien la guarda de todo mal.
Por cierto: La salvación que ofrece Jesús es única, gratis, personal e intransferible. Si aún no has entregado tu vida a Jesús, es vital que lo hagas, y si puede ser ahora mismo, mejor.
Si no sabes cómo recibir a Jesús como tu Señor y Salvador, o necesitas ayuda para hacerlo, ponte en contacto con nosotros.