Vivimos en una sociedad frívola, atiborrada de cosas que hacer, aunque sin idea de hacia dónde va. Las palabras han perdido su significado y la gente se comunica por breves mensajes superfluos, que para nada edifican y que solo sirven para añadir más ocupación inútil a sus vidas.
Dos de los incontables beneficios de leer la Palabra de Dios, son la adquisición de amplio y rico vocabulario y el estímulo al pensamiento crítico.
Hoy día se habla muchísimo en el medio evangélico de APOSTASÍA, pero hasta hoy no he visto una sola intervención en redes sociales que usara adecuadamente esa palabra.
En general se usa para referirse a una persona que falsea y usa la Palabra de Dios para sacar provecho personal. Se usa muchas veces como una palabra ofensiva de ataque, como puede ser decir algo como «¡¡Tonto!!» Ahora, la palabra ofensiva de moda es «¡¡Apóstata!!»
Pero seamos un poco serios y revisemos el sentido de las palabras. Si nosotros, que se supone que leemos la Biblia, no sabemos la definición de las palabras que ahí se emplean, ¿cómo predicaremos adecuadamente? ¿Cómo transmitiremos el mensaje correcto; fiel a la Biblia?
¿Cómo representaremos a Cristo, el Dios Todopoderoso, cuyo Nombre es sobre todo nombre, si no sabemos lo que decimos?
Hay una cantidad ingente de personas que no conocen a Cristo, pero que conoce el significado de las palabras y está acostumbrada a pensar. ¿Cómo los alcanzaremos si decimos cosas incoherentes?
Y no me refiero a tener un grado universitario de maestría, sino de preocuparse en definir las cosas fielmente con arreglo a la Biblia.
Una persona que no conoce a Cristo no espera de nosotros que seamos premio Nobel de literatura, pero si nos va a prestar atención, espera al menos que entendamos de lo que estamos hablando.
¿Será ese uno de los motivos por los que la gente no quiere oírnos?
Veamos un solo ejemplo de lo que digo. Vuelvo a la palabra «apóstata».
El diccionario español define a un apóstata como: «Dicho de una persona: Abandonar públicamente su religión.» Y añade: «Abandonar un partido o cambiar de opinión o doctrina.»
En Hechos 21:17 en adelante, se nos describe un conflicto en donde hablaban sobre que la gente decía que Pablo enseñaba a los judíos a «apostatar de Moisés», es decir, abandonar los mandamientos de Moisés (la Torá).
En 1 Tim 4:1 nos dice Pablo: «El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios».
Por lo tanto, la Biblia está definiendo a los apóstatas como personas que abandonan su fe. En el caso de Hechos, se refería a la fe en el Antiguo Pacto (la Torá) y en el caso de Timoteo, a la fe en Cristo.
¿Por qué la gente abandonaba la fe en Cristo, según lo que le dice Pablo a Timoteo?
Porque escucharían a «espíritus engañadores y a doctrinas de demonios».
Aquí entran en escena esos individuos que la gente suele llamar «apóstata», pero que no lo son.
La segunda carta de Pedro, capítulo 2 es un manual para entender cómo piensan y actúan estos elementos. Dice Pedro en 2 Pedro 2:1: «hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.»
Por lo tanto, estos que introducen herejías destructoras que son doctrinas de demonios y de espíritus engañadores, son FALSOS MINISTROS (profetas, apóstoles, pastores y maestros), quienes enseñan engaño al pueblo de Dios.
A causa del engaño que enseñan, la gente apostata.
¿Por qué?
Porque cuando una persona cree una falsa doctrina, espera de Dios cosas contrarias a los principios divinos. Cuando comprueban que han sido engañados y que Dios no responde como le enseñaron que haría, entonces sienten que Dios les ha fallado y abandonan la fe.
ESO ES APOSTASÍA.
Por lo tanto, tenemos a unos falsos ministros, que enseñan doctrinas de demonios al pueblo y muchas personas, como consecuencia, abandonan la fe, APOSTATANDO
.
Necesitamos entender esto para luego aprender qué significa la apostasía en el contexto de la venida del Señor Jesús. Pero eso será otro artículo.
Aunque el siguiente texto habla en el contexto de manifestarse en lenguas angelicales en la congregación, el principio nos sirve para saber cómo piensa Dios sobre lo que hemos dicho: «Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?» (1 Corintios 14:7-8)
Es responsabilidad de cada hijo de Dios predicar las buenas nuevas al mundo. Pero si no sabemos siquiera expresar lo que dice la Palabra, ¿cómo predicaremos fiel y adecuadamente?
Si el Señor Jesús nos ha dado el inmenso privilegio de cooperar con Él en la obra redentora, lo mínimo que podemos hacer es interesarnos por entender cómo hacerlo.