La vida y la muerte
El ser humano es cuerpo, alma y espíritu. El cuerpo es como un envoltorio, que contiene el alma y el espíritu.
El alma consiste en un conjunto de tres partes:
- intelecto, que nos permite aprender y entender las cosas,
- voluntad, que nos permite tomar decisiones con base a lo que hemos discernido con el intelecto y, por último,
- sentimientos, que son una expresión de nuestro estado de ánimo. Esos sentimientos, se puede decir que funcionan como la válvula de una olla a presión, liberando a veces la tensión por una situación extrema, ya sea ésta positiva o negativa.
Génesis 34:8 es un buen ejemplo de alma. Hamor, padre de Siquém, le pide a Jacob la mano de Dina, hija de Lea, diciendo: “el alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija”.
Es decir, Siquém la conoció, intelecto, luego llegó a la conclusión que la deseaba, voluntad y se enamoró de ella, expresando así el sentimiento.
El espíritu del hombre es el que se conecta con Dios, ya que Dios es espíritu. El que se ha separado de Dios por el pecado, está muerto en su espíritu, ya que está separado de Dios, quien es la Vida. Pablo lo explica en Efesios 2.
Lo que llamamos muerte comúnmente, se refiere a ese momento en el que la persona exhala el último aliento, tal como dice Génesis 25:8, 35:29, etc.
En el momento en el que un ser humano es engendrado, inicia su vida. Si bien los progenitores aportan el esperma y el óvulo, que forman el cuerpo físico, el que insufla el aliento de vida dándole alma, es Dios. En cuanto al espíritu de esa persona, vivirá o no si ella decide o no conectarse a la fuente de Vida, que es Dios, el Espíritu de Vida.
Pero, si bien la vida física de la persona termina cuando exhala ese aliento, o alma, su espíritu no deja de existir jamás. Salmos 49:7-9, Eclesiastés 12:5-7, etc.
Es decir que en el momento en el que la persona deja el plano físico, entra en la fase espiritual, que dura eternamente.
Por lo tanto, la vida viene de Dios y en el momento en el que la persona es engendrada, empieza su eternidad.
Daniel 12:2 dice: “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”
Uno entre millones
Como es sabido científicamente, una persona es concebida cuando un esperma entre más de 200 millones, llega a entrar en el óvulo femenino.
Es decir, la concepción de una persona ya es un logro y un milagro desde el inicio.
Si Dios no le insuflara a esa persona el aliento de vida, la vida no sería posible. Cada persona es única, ya que Dios la provee de características distintas a todos los demás seres humanos.
Dios es también el que determina cuánto tiempo de vida permite a cada persona en esta Tierra, a no ser que un ser humano interrumpa la vida de otro por medio de un asesinato. Por eso asesinar es tan grave: se trata de una persona matar premeditadamente a otra, poniéndose así en lugar de Dios y limitando con su acción la vida del otro.
Muchas formas de asesinar
En la historia de la humanidad se ha comprobado que existe una cantidad ingente de formas de asesinar a alguien, pero en este vídeo nos vamos a centrar en una en concreto: el genocidio humano.
El diccionario define genocidio como “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad.”
En este caso, hablaremos del genocidio por el mero hecho de ser un ser humano.
Al referirse a satanás, el Señor Jesús dijo que su obra consiste en matar, robar y destruir. En Juan 8:44 dice que satanás fue homicida desde el principio.
Como sabemos, Lucifer quiso ser semejante al Altísimo. En ese momento perdió, entre otras cosas, su identidad, pasando a ser denominado satanás, que significa simplemente adversario.
Al ser echado a la Tierra, centró su ataque en el ser humano, a quien Dios amó y por quién pagó un alto precio para rescatar. Por eso el afán de satanás es destruir al hombre.
Robando tu vida
Como sabemos, estamos en el fin del tiempo que Dios ha dado al ser humano para que se arrepienta y sea restaurado.
Pero infelizmente el hombre se está auto destruyendo por haber creído antes a satanás, el homicida, que a Dios. Usando de mentiras, satanás ha ido moldeando la forma de pensar del ser humano para inducirlo a la auto destrucción.
Pero veamos una de las formas más crueles por las cuales satanás te está robando la vida.
Cuando trabajas para ganar un sueldo y con ello alimentar a tu familia, empleas de tu tiempo. Cuando alguien te roba parte de ese sueldo, en realidad te está robando TIEMPO DE VIDA.
Una cosa es que la sociedad en su colectivo necesite unos servicios comunes cuyos costes deban ser repartidos entre los beneficiarios, y otra es que individuos a servicio de satanás impongan formas legales, que no legítimas, de saquear el sueldo de los trabajadores antes mismo que éstos cobren su remuneración. Cuando el valor de esa imposición es superior a la necesaria o es utilizada para otro fin que no sea el bien común, pasa a ser abusiva y en realidad se está esclavizando a la ciudadanía.
A día de hoy y, en todos los países del mundo, las personas trabajan alrededor de la mitad del año para soportar la carga impositiva que unos autócratas han impuesto a los trabajadores, dando a cambio cada día menos servicios y de peor calidad. En contrapartida, vemos como los gobernantes de las naciones usan el dinero impuesto a los trabajadores para su propio beneficio, sin prestar cuentas y sin siquiera tener el pudor de tratar de hacerlo a escondidas.
Por lo tanto, algo que debería ser sano, que es repartir el coste de unos beneficios comunes, se ha pervertido y transformado en una herramienta diabólica para robarles a las personas la vida.
Para producir tu muerte
Ahora vayamos un paso más allá y consideremos lo que está pasando en el mundo.
No podremos hablar demasiado claramente. Así que presta atención para que entiendas las ideas y te des cuenta del auto genocidio que estás siendo obligado a costear con tu tiempo de vida.
Si te fijas en la historia de los últimos tres o cuatro años, verás que la humanidad ha sido empujada como ganado hacia ciertas situaciones que se ha impuesto a todos a nivel global, por medio del uso de la mentira y el miedo, en contra de la ciudadanía indefensa.
Estamos enfrentando oleadas cada vez más violentas y superpuestas de situaciones en el ámbito de las finanzas, la destrucción de la productividad, la salud, los conflictos bélicos, la energía básica, etc.
Si te fijas por ejemplo en las guerras, las personas comunes que pagan impuestos, ni siquiera entienden la raíz del conflicto, las decisiones que se dicen que se toman, y menos aun el resultado. Las personas comunes no odiamos a nuestros vecinos del país de al lado como para querer exterminarlos.
Pero un buen día, unos políticos a servicio de intereses supra nacionales, empiezan a intercambiar acusaciones con su contraparte en otro país, se inicia un conflicto, que se transforma en bélico. Luego, el pueblo de a pie de ambos países se ve obligado a ir a matar a la gente del otro país, sin siquiera saber porque lo hace.
Puede que la guerra no sea buena para la producción de alimentos y otros bienes, para el progreso de ambos países, para la convivencia y felicidad de los ciudadanos, pero es muy beneficiosa para otros colectivos.
Las guerras sirven para que los gobiernos sometan al pueblo con medidas de restricción de derechos básicos, por ejemplo.
La industria bélica gana muchísimo dinero produciendo y vendiendo armas y luego, las empresas mal llamadas constructoras, se hacen con abultados contratos para reconstruir todo lo que fue devastado.
Otro ejemplo podrían ser esas transnacionales fabricantes de esa “solución sanitaria” impuesta por los gobiernos, cuyos terribles resultados todos conocemos y que hemos financiado con nuestros impuestos por decisión de unos pocos vasallos de esos poderes supranacionales.
Por encima de todo este entramado están los mayores beneficiarios, que son los que financian a todos los bandos.
Todo eso genera un flujo de dinero muy grande para unos pocos y se paga con los impuestos, que son impuestos al pueblo.
Acordémonos que esos impuestos salen de los sueldos, que son ganados a costa de gastar tiempo de nuestra vida.
Así como ocurre con la industria bélica, ocurre con las demás industrias que se han citado más arriba, además de un largo etc. de transnacionales de diversos sectores que están siendo beneficiados por crisis fabricadas diabólicamente.
Si pesquisas un poco, verás que las beneficiarias de esas “crisis” son siempre empresas transnacionales, en detrimento de las pequeñas empresas, los autónomos y las empresas nacionales o locales. A esas crisis fabricadas se les llama ingeniería social, porque provocan un caos en el orden que siempre funcionó, permitiendo que esas potencias económicas impongan su orden, configurando una nueva sociedad más sojuzgada y empobrecida que la anterior.
El tipo de genocidio más cruel
Ante lo que hemos considerado, podemos ver que a día de hoy se está llevando a cabo un genocidio terrible sobre la humanidad. Pero con un toque de crueldad añadido: el pueblo financia su propio exterminio.
Están robando la vida de las personas para matar a las personas. Y la ciudadanía no puede manifestar su enfado porque entonces los gobiernos usan a las fuerzas de seguridad, DEL ESTADO, pagadas con el impuesto del pueblo para someter al pueblo.
Además, no se inhiben a la hora de ponerle nombre a sus herramientas financiadas por el pueblo para ser usadas contra el pueblo. En España se le llama Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Es decir, garantizan la seguridad del Estado, el entramado de poder de la nación y no los intereses y bien estar del pueblo. Ya no defienden el cumplimiento de la ley, sino que obedecen órdenes de los políticos a servicio de los poderosos.
Esa es la obra de satanás a la que se refirió el Señor Jesús: matar, robar y destruir.
Daniel también definió la obra de ese último imperio que se levantaría al fin de los tiempos, refiriéndose a él como una bestia espantosa. Dice Daniel: “la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies.”
Hora de decidir
Una de las promesas del Señor Jesús a la Iglesia fue preservarla en el tiempo de la ira venidera, que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
Como hemos dicho en muchas ocasiones en este medio, lo que estamos viviendo ahora es solamente el principio de dolores. Los dolores vendrán cuando la humanidad esté pasando por la Gran Tribulación, antes referida como “la hora de la prueba”.
Si leemos la historia de la salida del pueblo de Egipto, veremos que antes de salir, faraón afligió más y más al pueblo, incrementando la crueldad en cuanto al trabajo; llevándolos a una esclavitud nunca antes sufrida.
Al ser humano le gusta seguir como está, porque los cambios le hacen sentir incómodo, inseguro. Al incrementar faraón la esclavitud, el pueblo vio la crueldad y la situación se tornó insoportable, motivándolos a pedir la liberación, que supuso un cambio radical en la situación de todo el país.
Lo mismo pasa hoy día con esta situación cruel en la que se usan los impuestos, robando la vida del ser humano, para financiar su exterminio.
Ante esto, muchos se están dando cuenta y despertando. Muchos están entendiendo que necesitan a un salvador que los saque de este planeta prisión.
Incluso los que se dicen cristianos pero que andan muy pegados a este mundo, olvidándose del Reino de Dios y su llamado a predicar la Palabra, están empezando a darse cuenta de que el fin está llegando.
En este período de principio de dolores, la Iglesia está siendo tamizada y muchos no están pasando la prueba. O bien no creen en la promesa del arrebatamiento antes del derramar de la ira, o bien aman demasiado sus cadenas a este mundo y no quieren irse hasta hacer un determinado viaje, tener nietos, reformar su casa, etc., etc. Aman más su vida terrenal, aunque sea miserable, que a Dios, Su voluntad, la justicia y la verdad.
A estos dice Dios: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.”
La Gran Tribulación es el derramar de la ira de Dios, trayendo justicia y verdad a la Tierra. Probablemente, el engaño para esos que dicen ser cristianos, pero que tienen su alma pegada a este mundo, es pensar que son salvos y no lo son.
¿Cómo escapar a la devastación?
El Señor Jesús en persona dijo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.”
Hoy día, el que tiene los pies sobre la Roca Eterna, que es Cristo, está protegido en medio de la tormenta, y la paz de Dios inunda su corazón. Pero… el que tiene su fundamento en la arena, está sufriendo estos principios de dolores, y si no cambia rápidamente y pone sus pies en la Roca Eterna, será llevado por la tormenta cuando empiece la Gran Tribulación.
Revisa tus prioridades. Considera que ya se puede ver claramente la crueldad del enemigo, que usa el tiempo de vida de las personas, imponiendo un saqueo para financiar los recursos para llevar a cabo el genocidio masivo. Luego piensa si tu vida está sobre la Roca Eterna, que es Cristo, o si la has construido sobre la arena.