La proliferación de falsos ministros es una plaga que crece día a día y que representa una importante señal de la venida de Cristo. Aunque este tema es muy amplio, quisiera coger un caso puntual para ilustrar uno de los tantos aspectos a tener en cuenta sobre esto.
Pablo nos advierte que los falsos ministros serían motivo de apostasía y ésta daría paso a la manifestación del anticristo.
«Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1)
«No os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición» (2 Tesalonicenses 2:2-3)
Hay gente que piensa que esas cosas sólo ocurren allá lejos, al otro lado del océano, donde la gente se atreve con todo. «Pero, ¡en nuestro medio nooooo!. Eso no pasa.»
Pues, ¡sí! Eso pasa en TODO el mundo, sin excepción, porque es una señal importante de la venida del Señor Jesús.
¿Por qué es importante?
Porque solamente en Mateo 24 el Señor habló tres veces de ese fenómeno. Eso sin contar las múltiples veces que nos advierten de ello Pablo, Pedro, Judas, etc.
Este tema es muy extenso, pero quiero destacar un aspecto de esos falsos ministros. Para ilustrarlo, os muestro una foto que saqué del perfil de una «profetisa» que vive en España. No pongo su nombre porque no quiero llamar la atención sobre la persona, sino que quiero exponer su forma de pensar, porque es común a todos los falsos ministros.
Como vemos, pregunta la tal «profetisa»: «¿A quién obedeces más? A Dios o a aquel que critica la iglesia? O aquel que porque no quiere congregarse quiere decirte que no te congregues?»
Crueles palabras de alguien que dice tener un oído en el cielo y una boca en la tierra. Si así fuera, no se atrevería delante de Dios a proferir tal juicio.
Hoy día hay una tragedia enorme en medio del pueblo de Dios porque la invasión de falsos ministros ha hecho con que muchos hijos de Dios sinceros y comprometidos se dejaran de congregar.
A menudo contacta conmigo gente para preguntarme si les puedo indicar una congregación o qué les aconsejo hacer. Me fui dando cuenta de que mucha gente sufría este drama. Era gente que había dejado de reunirse en una congregación porque estaba harta de que la trataran como si fuera una chequera ambulante. Esas personas estaban heridas porque percibían que les habían engañado con «decretos y declaraciones» que nunca se cumplían. Les habían humillado, llevándoles a creer que deberían obedecer ciegamente al «ungido», que luego no tenía ni cinco minutos para darles atención o para aclararles alguna duda.
Esa gente no había caído en pecado o rechazado a Cristo, sino que, por lo contrario, estaba asustada por estar sola y por «no congregarse», pero no sabía a dónde ir o qué hacer.
Sus propios pastores habían llenado el púlpito una vez tras otra de esos «ungidos» sacacuartos, que lo único que saben predicar es sobre cómo tenemos que temer «su autoridad» y «hacer pactos para dar ofrendas de amor». Y todo ello sin cuestionar sus aberrantes conductas. Eso sí, todo con la connivencia del líder de la congregación que los invita, hospedándoles en hoteles carísimos, les lleva a los mejores restaurantes y encima les entrega diezmos y ofrendas, cuando mucha gente en la congregación está pasando hambre.
Lo más sorprendente para mí fue cuando me llamó una amiga de más de 30 años desde otro país y me preguntó lo mismo: «¿dónde me recomiendas que me congregue? Me muero de hambre de oír Palabra de Dios, pero solo escucho fanfarronadas de abusadores.» Conozco la integridad cristiana y el compromiso de esa persona con Dios, desde hace más de treinta años. Lo que me impresionó más fue que me llamaba desde São Paulo, Brasil, donde abundan las congregaciones evangélicas; fácilmente se pueden encontrar dos o más en una manzana de barrio.
Las palabras de la tal «profeta», muestran que:
- De profeta no tiene nada, porque no tiene la sensibilidad al corazón de Dios para saber que herir a Su pueblo es un delito grave delante de Aquél que dio Su vida por Su Iglesia. «Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.» (Mateo 18:6)
- No tiene la menor idea sobre el pueblo de Dios. Sí que habla mucho y decreta mucho, pero no escucha el corazón de la gente. La gente no critica la Iglesia, sino que la gente se queja de que le intenten engañar falsos ministros, usando el Nombre Amado de Cristo. La gente está cansada de que jueguen con su amor a Dios para engañar y sacar dinero.
- No ha entendido tampoco la tal «profeta» que no es que la gente no se quiera congregar, sino que está herida y cansada de que «profetas» de medio pelo vengan a acusarles, sin escucharles.
- Esta persona juzga a los demás con sus hirientes preguntas, mientras que muestra en su contenido que, quizás, nunca se ha planteado importantes cuestiones, como:
- ¿Cuál es la responsabilidad del liderazgo por lo que está ocurriendo?
- ¿Cuál es su responsabilidad personal en que la gente se vaya de las congregaciones?
- ¿Se ha molestado alguna vez en considerar por qué esa gente se deja de congregar?
- ¿No le ha inquietado que la gente se esté yendo de forma masiva de las congregaciones? No se trata de individuos aislados que han abandonado a Cristo por el pecado.
- ¿Se ha sentado alguna vez para ESCUCHAR (no para hablar) con una de esas personas que «no quiere congregarse»?
Con entrar en las redes sociales y «oír» a la gente que no le sigue, descubriría muchas cosas valiosas para contestar a estas preguntas.
Lo mejor ya sería preguntarle al Espíritu Santo.
¿Por qué digo que este tipo de falso ministro manifiesta un espíritu de anticristo?
Porque cuando alguien juzga al pueblo de Dios, se pone en lugar del único que tiene derecho a hacerlo. Romanos 8:33-34, Romanos 14:3-5, Romanos 14:10.
Muchas veces he oído de esas personas que se «dejan de congregar» que pidieron audiencias con el «ungido», pero éste no tenía tiempo para la gente en dos meses. Muchos están muy ocupados viajando y recibiendo a otros «ungidos», pero no tienen tiempo para la gente normal y corriente que tienen como «único valor» el ser hijos de Dios.
¿Por qué no dejan entonces la congregación en manos de un pastor de los de verdad y se dedican a sus giras de auto promoción? Ahh, eso mermaría lo que recaudan de diezmos y «ofrendas de amor».
No, señora «profeta». La gente ni critica a la Iglesia de Cristo ni deja de congregarse por una perversa manía de hacerlo.
La gente se va de las congregaciones herida, cansada, confusa, triste, preocupada y asustada porque piensa que, por estar fuera de la congregación, Cristo les dará la espalda y estarán a merced del diablo. Se mueren de sed y hambre de una buena predicación, pero no la encuentran, porque abundan los mensajes de prosperidad de «coaches supuestamente cristianos», animadores de shows, que decretan y declaran, pero que no tienen una palabra inspirada por el Espíritu de Dios para alimentar al pueblo.
La próxima vez, antes de poner semejantes preguntas en su perfil de red social, donde dice que le siguen unas 7.000 personas, le ruego señora «profeta», que, si no lo ha hecho, entre en su habitación y pregunte al Espíritu de Dios qué pasa con el pueblo y cómo puede ayudar.
Si no quiere hacerlo, al menos deje a esas víctimas en paz y ponga en su perfil una de esas frases bonitas que se encuentran en cualquier libro de autoayuda mundano.
A los que no se congregan, ánimo. Hablaremos más del tema. Pero de momento, quiero dejar un versículo que es profundamente verdadero y poderoso: «Jehová es mi pastor.» Jesús dio Su preciosa sangre por ti y por mí. Si lo buscamos de corazón, Él nos pastoreará. Su Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, nos guiará a toda la verdad y Él saciará nuestro hambre de alimento sólido. El Buen Pastor nunca está tan ocupado que no te pueda oír. Cultiva tu intimidad con Él y confía que Él te guiará. Jesús es SIEMPRE fiel.