Paganismo es adorar a falsos dioses que no tienen nada que ver con Jehová, el Creador de todas las cosas. En el paganismo, las personas son enseñadas a ofrecer rituales y esforzarse con sus obras, para alcanzar el favor del falso dios. Toda religión es práctica de paganismo y por lo tanto no tiene nada que ver con Dios.
El famoso cuento del «genio de la lámpara» se basa en esa idea fundamental de «obras para conseguir favor». La persona encuentra una lámpara, la restriega (obras) y obtiene del genio (falso dios) favores (bendiciones).
Cuando entendemos que hemos pecado, infringiendo la Ley de Jehová, que no podemos pagar por nuestros pecados Y CREEMOS que Jesús lo hizo por nosotros, Dios nos hace «nacer de nuevo», trasladándonos a Su Reino y haciéndonos Sus hijos. (Cl. 1:12-14, Jn. 1:12)
Luego viene lo que nos cuesta mucho entender. Recibimos a Jesús como nuestro Salvador y rápidamente aprendemos que «Jehová es mi pastor; nada me faltará». Sobre todo nos queda lo de que «nada me faltará».
Aplicamos entonces el cuento del genio de la lámpara. Interpretamos, ayudados por tantas falsas doctrinas de una supuesta «prosperidad» no Bíblica, que Jesús es como el «genio de la lámpara» y que tiene la obligación de darnos lo que queramos.
Recibimos a Jesús como nuestro Salvador, porque eso de librarse del castigo eterno está estupendo. Sobre todo considerando que no tenemos que esforzarnos para ello. Pero nos olvidamos de la otra parte, que es la otra diferencia fundamental entre Jesús y los falsos dioses.
Entramos en la dinámica de «Señor bendíceme.» Por «bendíceme» lógicamente está lo que nosotros consideramos que sea «bendición». Y si nos falla, nos decepcionamos con Él y le damos la espalda. Nos enfadamos con el «nuevo genio de la lámpara» porque no hizo lo que le pedimos, aunque «tenemos derecho porque somos hijos de Dios».
Así viene la apostasía, que es el abandonar la fe en Jesús. Cuando alguien cambia de religión, no pasa nada, porque todas las religiones son igualmente caminos que no llevan a Dios. Pero, cuando se conoce a Cristo y se le abandona, la cosa cambia radicalmente.
Jesús es EL camino, no un camino entre muchos. Sólo Jesús nos puede hacer llegar al Padre. (Jn. 14:6)
Por lo tanto, si abandonamos a Jesús, no tenemos ningún sitio a donde ir. Eso es apostatar: una decisión que nos lleva derechos a las garras de satanás. Por esa razón la apostasía dará lugar al surgimiento del Anticristo.
¿Dónde está el error?
Los falsos ministros han enseñado conceptos erróneos de que es «bendición», «prosperidad», «unción», etc.. Con ello, han alentado en las mentes de las personas la idea de que Jesús es un «genio de la lámpara» al que, si le diezmamos de acuerdo con lo que queremos recibir, Él estará obligado a darnos lo que corresponde a dicho diezmo.
Ahí está lo que muchos cristianos no han entendido: Jesús NO es el «genio de la lámpara» y no está obligado a darnos NADA.
Te invito a que reflexiones sobre Quién es Jesús. Lee con extrema atención los versículos que te indico a continuación, pidiéndole al Espíritu Santo que te revele a Jesús.
- Jesús es el principio y el fin de todas las cosas.
- Todo se origina en Él y apunta hacia Él.
- Todo fue hecho por Él y para Él.
- Él fue quien creó todas las cosas.
- Todo subsiste por el poder de Su Palabra.
- Jesús está sentado a la diestra de Dios Padre y TODO poder le fue dado en el cielo y en la tierra.
- El Padre le sujetó todas las cosas.
- Ante Él se doblará TODA rodilla y confesará que Él es el Señor.
- Los ángeles se postran y le adoran y sólo Él puede abrir los sellos del Libro.
- Él y sólo Él conquistó la victoria sobre el pecado y la muerte por Su sacrificio en la cruz y solo Él es la cabeza de la Iglesia.
- Él es nuestro Sumo Sacerdote; el único nombre por el cual el hombre puede ser salvo.
- Él exhibió públicamente al enemigo, habiéndole despojado de sus armas.
- Él es la razón de todas las cosas y LA verdad y LA vida.
- Él es el Dios Todopoderoso.
Mientras no aprendamos que Jesús es el centro de todas las cosas, seguiremos practicando religión y por lo tanto, engañándonos a nosotros mismos. Seguimos buscando en Él al Salvador, pero ignorando al Señor. Mientras no honremos a Jesús como Quien es, seguiremos en la miseria de la religión.
Por favor, no busques estos versículos tan solo para leerlos de un tirón. Medita en cada uno, aunque te tome varios días o semanas. Descubre a Jesús en cada uno de ellos y mastícalos hasta que el Espíritu Santo los haga vida en tu interior. No se trata de consumir mucho texto e inflar la cabeza, sino de dejar que Jesucristo llene tu espíritu de Su Persona.
Ap. 22:13, Rm. 11:36, Cl. 1:15-19, Hb. 10:12-13, Mt. 28:18, 1 Co. 15:27-28, Fi. 2:9-11, Ap. 4 y 5, Ap. 5:4-6, Cl. 1:17-19, Hb. 1-10, Cl. 2:14-15, Jn. 14:6, Hb. 3:4, Rm 9:5-6 y 1 Tm. 3:16