Vivimos unos tiempos en los que corremos mucho, estamos expuestos a mucha información, acumulamos muchos archivos que nunca leeremos, intercambiamos muchas fotos, frases, chistes… y pensamos poco.
En toda esa vorágine no tenemos tiempo ni capacidad de analizar las fuentes de donde sacamos la información y no meditamos sobre lo que «consumimos» intelectualmente.
Vivimos en una sociedad moldeada a base de historietas de 15 segundos y vemos 24 o más de esas historietas en un intervalo de una película, sin que luego seamos capaces de acordarnos qué nos han transmitido en cada una. Pero eso ha quedado en nuestro subconsciente.
Podríamos hablar mucho de este tema, pero quiero centrarme en el torbellino de información y sucesos que no nos permiten analizar ni meditar.
Primero, no examinamos con atención si la fuente de donde bebemos la información es veraz o tergiversa lo que nos transmite; no consideramos de manera crítica qué nos quisieron transmitir en realidad; no comprobamos si esa fuente nos quiere inducir a error.
Un ejemplo: nos muestran una chica guapísima que se interesa por un individuo que se ha comprado el coche de la marca que se anuncia.
Analicemos: ¿es esa chica la que nos conviene? En el caso de estar casados, ¿nos conviene codiciar a esa chica? ¿Cuál es la motivación que nos ha llamado la atención para ese coche? Y así podríamos seguir considerando y comparando con la Biblia y llegaríamos a la conclusión de que hemos perdido 15 valiosos segundos de nuestra vida en algo que no nos conviene. (1 Corintios 15:33)
Y dirás: 15 segundos no son nada. Si piensas así será porque no has leído la referencia Bíblica que he puesto. Si lo haces, verás que no te han robado «solamente» 15 segundos.
Sigamos con el mismo ejemplo y meditemos. Además de muchas otras consideraciones, ese mensaje nos está diciendo: «si tienes este coche, tendrás más valor para las mujeres guapas».
¿Es eso verdad? ¿Es una mujer guapa lo que necesitas? ¿O será una mujer que te ame lo que de verdad interesa? ¿El querer una mujer guapa a tu lado no quiere decir que tu autoestima depende de que la gente te vea con una mujer guapa?
Y por ahí podríamos hacer muchísimas consideraciones. Eso por no hablar de qué significa el interesarte por esa chica, si estás casado y no precisamente con la modelo que aparece en el anuncio.
El mundo que nos rodea nos bombardea con conceptos erróneos sobre las cosas y principalmente sobre nuestras supuestas necesidades. Una de las palabras más tergiversadas en nuestra sociedad es la palabra AMOR.
En nuestra sociedad se ha corrompido tanto el vocablo amor, que incluso se asocia el practicar sexo ilícito con una prostituta a «hacer el amor». Además, según esta sociedad, «no importa de qué género sean dos personas que practican el sexo, si lo hacen por amor.» Y con esto justifican prácticas anti Bíblicas.
Vayamos pues a la Biblia a ver cómo se define el amor. Lo más importante que dice la Biblia sobre el amor es que «Dios es amor». (1 Juan. 4:8)
Si la Biblia dice que Dios es amor, nos debería interesar tener muy claro qué es el amor.
Te voy a dejar la tarea de investigar en la Biblia sobre el amor. Pero voy a destacar una definición Bíblica de esa palabra.
En 1 Corintios 13 encontramos una extensa lista de características del amor. Si analizamos una a una, descubriremos que todas nos indican una cosa: el amor es hacer por el prójimo lo que es bueno para él, aunque a nosotros nos cueste todo.
Por eso, si practicamos el amor, según la definición Biblia, seremos capaces de «amar a nuestros enemigos».
¿Te vas dando cuenta de que el amor no es un sentimiento, sino una decisión?
No se trata de que una persona nos caiga bien o mal y que sintamos o no simpatía hacia ella. Se trata de que si una persona pide ayuda, aunque nos caiga mal o nos haya causado daño, podemos decidir ayudarla, aunque eso nos cueste algo o todo, porque eso es amar.
Volvamos a Dios.
Mucha gente tiene la romántica idea de que Dios se mueve por «penita» y por ello «ora» lamentándose de sus cuitas ante Dios para ver si lo conmueve. Otros le hacen a Dios una interminable lista de sus «virtudes» con el fin de pender la balanza del favor de Dios según sus intereses, con base en sus supuestos méritos. Algunos se creen que Dios no enviará a nadie al infierno porque «Dios es amor» y se olvidan de que el amor implica Justicia. Y así seguiríamos con una lista interminable de ejemplos de oraciones anti Bíblicas que nunca serán atendidas, porque usamos el concepto tergiversado del amor.
El amor de Dios se manifestó en su forma más asombrosa en que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.» (Juan 3:16-17)
Dios fue quien estableció que el alma que pecara moriría (Ezequiel 18:4). Él podría haber establecido otro precio para el pecado. Pero decidió poner el derramamiento de sangre inocente como precio para el pecado, aun sabiendo que implicaría eso.
Si hubiera puesto por precio oro, plata, diamantes, agua, etc., a Él no le hubiera costado NADA pagar por nuestras almas. Pero, teniéndolo todo y siendo el legislador, decidió entregar a Su Hijo, Unigénito y Amado, para rescatarnos. Es decir, Él entregó lo único que le costaba todo, para salvarnos de la condenación eterna y reconciliarnos con Él.
¿Te das cuenta de la importancia de seguir fielmente lo que dice Pablo en Romanos 12:2?
¿Te das cuenta de lo delicado que es dejar que te moldeen el pensamiento sin analizar ni meditar en lo que te enseñan?
Medita en los versículos 16 y 17 de Juan 3 y piensa: ¿por qué optó Dios por sacrificar a Su Hijo Amado a un coste tan alto pudiendo haber puesto otro precio para el rescate del ser humano?