El hombre es un ser religioso que está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Su parte espiritual necesita adorar a su Creador y, cuando no lo hace, necesita saciar ese anhelo adorando a un sustituto. Ese sustituto es lo que la Biblia define como ídolo.
El primer sistema religioso organizado relatado en la Biblia es el que leemos en Génesis 11, donde se cuenta que se construyó un zigurat. Los zigurats eran templos con forma piramidal, y eran utilizados para hacer sacrificios e invocar a dioses paganos. Se decía que con ello el hombre pretendía alcanzar el cielo. Así pensaba Nimrod, quien construyó el zigurat conocido como Torre de Babel: «edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo.» (Génesis 11:4)
Sobre este amplio tema se podrían decir muchas cosas, pero quiero centrarme en una que me parece importantísima: la base para construir un zigurat; qué hay detrás de un culto pagano.
El pecado del hombre causó una división entre éste y Dios, su Creador. Cuando Dios ofreció al hombre y a la mujer la oportunidad de arrepentirse, la desaprovecharon. Todos conocemos el resto del relato, que nos dice que fueron expulsados de la presencia de Dios.
A partir de ahí, el ser humano pasó a intentar alcanzar el cielo; la restauración, por sus propios medios. Por eso pasó a construir zigurats.
Cuando el hombre rehusó restablecer su relación con Dios por medio del arrepentimiento y consecuente perdón, pasó a invocar falsos dioses que le pudieran favorecer y proteger.
Pero los falsos dioses, o ídolos, son en realidad demonios, como nos explica Pablo, por ejemplo. «Lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios» (1 Corintios 10:20)
¿Qué es pues lo que motiva a la gente a sacrificar incluso vidas humanas a demonios?
El miedo.
Los ídolos o demonios tienen un carácter corrompido y malvado. Toda la mitología nos muestra unos falsos dioses que tienen una moral que no puede ser más baja, un genio irascible y que solo se acuerdan del ser humano para usarlo para sus intereses y disputas con otros demonios. Son impredecibles y a cualquier momento pueden causar enormes problemas, además de demostrar una terrible crueldad.
El ser humano entonces pasó a ofrecer sacrificios y someterse a rituales y adoraciones, con tal de conseguir el favor y evitar las iras de esos demonios.
La humanidad también se inventó los «dioses menores» o intermediarios, para que intervinieran a su favor ante el «dios» principal.
Para que lo entendamos, ese es el papel de los «santos» en la religión católica.
Cuando el ser humano rechaza vivir en comunión con el Dios verdadero y rechaza disfrutar de Su bondad y generosidad, pasa a depender de esos falsos dioses y a tener miedo.
Ahora quiero llamar la atención en especial al mundo evangélico (o protestante).
¿Cuánto de miedo se ha inculcado a ese pueblo, que ha permitido que se infiltraran en su medio falsos dioses/ídolos?
¿Cuántos tienen miedo de no tener «cobertura espiritual o apostólica» y por ello se someten al abuso de embaucadores y aprovechadores travestidos de «ungidos»?
¿Qué decir de los que tienen miedo de decir determinadas cosas, no sea que satanás las use en su contra?
¿Cuántos tienen miedo de ciertas situaciones espirituales, caso no se porten como deben, según lo que establecen algunos chamanes vestidos de corderos y subidos a algunos púlpitos?
¿Cuántos se someten a falsos profetas para que les decreten y declaren buenos augurios, en el más puro estilo pagano?
Este tema es muy amplio y haré trabajos más extensos sobre ello, pero quiero adelantar que el miedo es la base de la relación del hombre con los demonios y sus sacerdotes. Si en tu relación con alguien sientes miedo, revisa esa relación a la luz de la Biblia.
Medita en esto: «Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.» (Gálatas 2:3-5)
Pablo fue contundente con los falsos hermanos y no se sometió a ellos ni por un momento. Y además, dijo: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.» (Gálatas 5:1)
El miedo no existe en la relación con Dios, porque el verdadero amor echa fuera todo temor, según la Biblia. Si sientes algo de miedo en tus situaciones espirituales, puede que no te estés relacionando con Dios, sino con ídolos, ya sean humanos o espirituales.
«Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!» (Romanos 8:15)