Ya sabemos por la Biblia que practicar la homosexualidad es abominación ante Dios y que las personas que lo hacen, al igual que las cometen otros pecados, no entrarán en el Reino de Dios. (Levítico 18:22) «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.» (1 Corintios 6:9-10)
Ya sabemos que nadie nace homosexual, sino que practica ese pecado, así como nadie nace mentiroso, sino que practica la mentira ni nace ladrón, sino que practica el robo, etc. Sabemos también que todo pecado nos aparta de Dios.
Sabemos también que Jesús vino para pagar por TODOS los pecados de TODA la humanidad y que lo único que tiene que hacer el ser humano, practicante de cualquier pecado, es creer a Jesús. Pero veamos específicamente el tema del «matrimonio» homosexual.
A veces recibo «circulares de oración» pidiendo que oremos porque al día siguiente se votará la aprobación de la legalización del «matrimonio gay» en un país.
Me parece que estas circulares carecen de sentido, por dos motivos:
- Jesús no mandó a la Iglesia orar por la aprobación o no de leyes, sino que nos mandó predicar el Evangelio del Reino de Dios.Si lo hubiéramos hecho, en vez de perder el tiempo detrás de falsas doctrinas, en la sociedad habría temor de Dios. Si en la sociedad hubiera temor de Dios, los políticos no se atreverían a aprobar leyes para unir en «matrimonio» a personas del mismo sexo. Pero, como la sociedad quiere pecar a gusto, porque no existe temor de Dios, los políticos legalizan el pecado como si con eso la gente pudiera acallar su conciencia. Acordémonos que los políticos viven de votos y por ello se venden al mejor postor. Si no mantienen contentos a sus votantes, pierden los privilegios.Cuando una ley llega al congreso para ser aprobada, puede que sea tarde para empezar a orar. No hicimos lo que teníamos que haber hecho antes y ahora no adelanta querer que Dios de su «toque mágico», como si del genio de la lámpara se tratara.
- El otro motivo por el que no oro por estos temas es porque los mismos que se dicen «hijos de Dios», han permitido que el matrimonio perdiera ante el hombre su sentido original Bíblico.Dios, el Creador, instituyó el matrimonio: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.» (Génesis 2:24) En ningún sitio en la Biblia dice que Dios delegó la potestad de hacer del hombre y la mujer una sola carne. El matrimonio es un acto de Dios y ningún ser humano tiene esa potestad.Cuando una pareja permite que un intermediario los declare marido y mujer, está sustituyendo a Dios en su exclusiva potestad de hacerlo. Ni siquiera en el Antiguo Testamento se ve que el sumo sacerdote o sus auxiliares oficiaran matrimonios.La costumbre pagana de separar al pueblo en «laicos y sacerdotes» es contraria al privilegio que nos dio Cristo de ser sacerdotes para Dios. (Apocalipsis 1:5 Y 5:10) Si TODOS somos sacerdotes, ¿por qué uno tiene el privilegio sobre los demás de oficiar una ceremonia de matrimonio y declarar a una pareja una sola carne? Eso no tiene respaldo Bíblico.
A partir del momento en el que los hijos de Dios adoptaron la práctica pagana de permitir que un ser humano se interpusiera entre ellos y Dios, incluso en el tema del matrimonio, permitieron que se pervirtiera su concepto Bíblico, según lo establecido por Dios.
Si los que somos testigos de Dios no testificamos de acuerdo a la Palabra, ¿quién lo hará? (Mateo 5:13)
Si un ser humano puede unir en matrimonio a un hombre y una mujer, ¿por qué no lo puede hacer un juez o un político que es concejal o alcalde? Si lo hace un juez o político, ¿por qué no lo puede hacer un notario o un payaso vestido de Elvis Presley?
Y si se unen en «matrimonio» porque lo dice un hombre, en vez de Dios, ¿por qué no unirse con lo que sea, como por ejemplo una persona del mismo sexo o incluso una mascota?
¿Entendemos la gravedad de que la sal se desvanezca (sea políticamente correcta) y no haga su función?
¿Entendemos por qué el mundo no toma en serio a los que dicen ser sal y luz, pero que son tibios y conniventes con las prácticas paganas del mundo?
¿Por qué entonces nos rasgamos las vestiduras porque dos personas del mismo sexo sean un «matrimonio» reconocido por las leyes de los hombres?
Tal vez se pudiera hacer una especie de excepción en cuanto a consolidar una unión de dos personas ante un juez, para fines civiles y con implicaciones civiles. Pero eso nunca puede ser clasificado como un matrimonio en donde Dios hace una sola carne a un hombre y una mujer.
Reflexionemos y tengamos una seria conversación con Dios sobre NUESTRA responsabilidad sobre este desaguisado. Si hemos sido negligentes y en vez de predicar el evangelio, hemos gastado tiempo y recursos en edificar reinos de hombres mentirosos; si hemos permitido que se pervirtiera el concepto divino del matrimonio, creo que tenemos mucho de qué hablar con Dios sobre ello.
En cuanto al matrimonio homosexual, no nos preocupemos porque políticos corruptos digan que eso es un matrimonio.
Dios no ha cambiado de idea ni ha abierto mano de Su potestad para hacer de un hombre y una mujer una sola carne.
El verdadero matrimonio ante Dios es aquel que Él une, por mucho que los seres humanos inventemos barbaridades y a ello llamemos «matrimonio».
Dios es el mismo y siempre lo será (Santiago 1:17) y Su Palabra se cumple tal cual (Mateo 5:18), por mucho que sus embajadores no tengan el celo que debieran tener por Su Palabra, o porque unos pervertidos intenten distorsionar la verdad con sus mentiras.