El mundo vive una situación de enorme estrés y miedo latente. Es una pandemia generalizada que tiene a la gente atemorizada constantemente. A veces la causa o causas son reales, como una enfermedad o el desempleo. Otras veces se trata de un temor que está ahí en el fondo de los sentimientos, cuya raíz se desconoce.
Si eso te pasa, no estás loc@. Eso es un estado emocional inducido por lo que se conoce como la «guerra silenciosa». En mi libro “La Clave: Maranata”, explico que la guerra silenciosa es un conjunto de acciones coordinadas para producir en las personas un determinado estado mental.
La meta del Nuevo Orden Mundial es reducir la población humana a 500 millones de sumisos ciudadanos, que sirvan a una élite que se considera superior y, por lo tanto, con derecho a ser servida.
Controlar a 7 mil millones de personas es muy complicado, y por ello están matando a la humanidad por varios medios.
A la vez, están «educando» a la generación que ellos pretenden que les sirva, a fin de que sea sumisa y resista a presiones. La resiliencia es la «capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas», según la RAE.
Una de las herramientas es el crear una mentalidad de comunidad que se apoya mutuamente ante dificultades o traumas colectivos. Ejemplo: los asesinatos que ocurren en escuelas, en donde individuos, posiblemente controlados por nano implantes (por ejemplo), llevan a cabo matanzas indiscriminadas contra niños inocentes. Los niños que sobreviven han presenciado escenas crueles en donde han visto cómo sus amigos eran asesinados y agonizaban, sin que se pudiera hacer nada.
Ese tipo de acción provoca un estrés mental que muchas veces lleva a la disociación de personalidad. Eso da origen luego a lo que los psiquiatras han tildado de «bipolaridad» o «desorden de personalidad múltiple». Hablaré más a fondo de la psiquiatría en otra sección.
Cuando ocurre uno de esos crímenes en una escuela, aparecen rápidamente los psicólogos que vienen a enseñar resiliencia a los niños y a la comunidad. Estimulan acciones de auto consuelo comunitario, creando para ello una especie de «credo común», al que se tienen que someter para, teóricamente, superar el trauma.
La resiliencia es la «capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas»
John Woodall, uno de esos «psicólogos» profesionales de la escuela de la resiliencia, enseña que una comunidad tiene que aprender a controlar su miedo, enfado, amargura o culpabilidad y dejar de apuntar el dedo a los que consideran culpables. La lección que hay que sacar de estas situaciones, según Woodall, es que debemos mostrar compasión los unos por los otros para dar sentido a la pérdida. Sigue diciendo Woodall que la muerte y horror de esos eventos constituye un martirio de pesadilla del cual un bien mayor surgirá.
Por otro lado, la Biblia dice que el adversario vino para matar, robar y destruir. Cuando ocurre una matanza como esas, en vez de que la gente se conforme y piense que «algún día algo bueno surgirá de esto», debería más bien exigir que los gobernantes investigaran a fondo y pusieran freno a ese tipo de prácticas. La gente sí debería enfadarse por perder a sus hijos por algo que se podría evitar. No me refiero al control de armas, bla, bla, bla…
Me refiero a que, al parecer, esas tragedias muchas veces son provocadas por gente dominada por los agentes del Nuevo Orden Mundial por medio de nano chips y son llevadas a cabo justamente para adoctrinar a las masas. Hay que ir al fondo de la cuestión, encontrar a los inductores de esas masacres y aplicarles todo el rigor de la ley. Estamos hablando, en este caso, de matar a niños inocentes; a lo más preciado que tiene una familia. ¿Cómo que aguantar y callar, superando la rabia, pensando que algo bueno surgirá de la tragedia?
Este tipo de enseñanza ha estado condicionando a la gente a una resiliencia comunitaria, que es el elemento principal en el diseño de los ingenieros sociales.
¿De dónde surge el concepto y hacia dónde apunta?
John Woodall es un líder espiritual de la fe Baha’i, surgida a partir de las enseñanzas de Bahá’u’lláh (1817-1892), uno que se denominó a sí mismo profeta, y que se consideraba a la altura de otros «profetas», como, según él, Abraham, Moisés, Buddha, Krishna, Zoroastro, Cristo y Mohamed.
Los adeptos de la fe Baha’i tienen aspiraciones a ser los catalizadores religiosos del Nuevo Orden Religioso Mundial. De hecho, su discurso es bastante atractivo para una sociedad humanista que quiere tener una espiritualidad «políticamente correcta» y que no represente un reto de cambio en su pecaminosa forma de vivir.
Los representantes de esa fe, en 1982, se dirigieron a los miembros de las Naciones Unidas con la siguiente afirmación: «…la meta de un Nuevo Orden Mundial, divino en su origen, de ámbito global, equitativo en sus principios, desafiante en sus rasgos – que una humanidad acosada debe esforzarse por conseguir.»
¿A qué apunta todo esto? La fe Baha’i está totalmente a favor del Nuevo Orden Mundial, al que considera de origen divino. Ese mismo orden mundial que pretende asesinar a la mayor parte de la humanidad.
Las enseñanzas de Woodall, aunque con apariencia de ciencia, se fundamentan en esa fe favorable al Nuevo Orden Mundial y su meta es conseguir formar la mentalidad de comunidad sumisa y resistente a presiones extremas.
¿Por Qué? No se sabe
En esta sociedad que está configurando el Nuevo Orden Mundial a toda velocidad, la tónica es la opresión y el miedo. Sabemos que el miedo paraliza a las víctimas.
Pensemos en una sociedad que tenga conciencia de su fragilidad ante el despotismo del Estado, que la reprime con ejércitos antidisturbios, que penaliza el manifestarse con penas ejemplares de cárcel y multas absurdas. Pensemos en esa sociedad que sabe que su supervivencia depende de un empleo precario y que la carga fiscal aumentará siempre, mientras que la protección social será eliminada.
La élite del Nuevo Orden Mundial aplica la máxima de la «supervivencia del más fuerte» por «selección natural».
Ahora mismo el mundo está pasando por esa «selección» que de natural no tiene nada. Los primeros que están cayendo son los más débiles y desprotegidos, así como los que tienen alguna deficiencia física o mental, las personas mayores enfermas, los que no tienen familia que les cuide, los que pierden sus empleos y no consiguen sustento para sí y sus familias, etc. A éstos les seguirán otros que vayan perdiendo su trabajo, su salud, etc. También están los que vayan enfermando por el flúor en los dentífricos, los que tengan cáncer, enfermedades vasculares, etc. Otro colectivo importante son los que tienen la desgracia de ser etiquetados por un psicólogo y pierden todos sus derechos como personas.
A eso lo llaman «selección natural». Es decir, «de manera natural» las desprotegidas víctimas de estos asesinos caerán.
Pienso que para el Nuevo Orden Mundial interesa ahora mismo mantener la generación de 40 años para abajo, que son los que están alimentando a los futuros siervos del sistema. Esa última generación es la que realmente les interesa. Pero interesa que sea sumisa, resiliente, y así sirva sin análisis, oposición, discusión ni resistencia.
Por eso tenemos ahí a una generación que se va moldeando con una comunicación de 140 caracteres mal escritos, sin fe ni esperanza, sin perspectivas de trabajo, sin arraigo familiar, muchas veces provenientes de familias desestructuradas, sin principios sólidos ni capacidad de análisis y opinión.
Por eso, de repente, asistimos a una «epidemia» de jóvenes que matan a sus compañeros de escuela sin piedad, provocando que toda una comunidad pase por un terrible trauma, y que luego vengan elementos como Woodall a enseñar resiliencia y sumisión a las jóvenes víctimas de ese ominoso crimen.
Evidentemente eso también tiene su repercusión mundial en términos de trauma psicológico y de «aviso» a navegantes.
El auto atentado de Nueva York, con el derribo de las torres gemelas, dio un gran impulso a esta invasión de «profesionales» de la resiliencia y sumisión.
A la gente se le está enseñando a no enfadarse, no protestar, aceptar las versiones oficiales de las matanzas que lleva a cabo el Nuevo Orden Mundial para avanzar con sus planes; todo ello por medio de terribles agresiones, como el asesinato de sus niños en una escuela, por ejemplo.
Pero no debemos someternos al miedo que paraliza. Analicemos lo que nos dicen. No aceptemos todo sin cuestionar. La Biblia nos enseña a pensar; también nos enseña que Dios tiene planes buenos, perfectos y agradables para nuestras vidas. El Nuevo Orden Mundial quiere moldear nuestras mentes para ser esclavos, mientras que Dios quiere que seamos libres. Enseñemos a nuestros hijos a pensar, analizar, informarse, ocuparse de cosas relevantes y a no someterse al miedo y la opresión. Dios tiene un plan mejor para nosotros y nuestros hijos.
«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» (Romanos 12:2)